El término motivación se deriva del
verbo latino moveré, que significa “moverse”, ‘poner en movimiento’ o ‘estar
listo para la acción’. Cuando un alumno quiere aprender algo, lo logra con
mayor facilidad que cuando no quiere o permanece indiferente. En el
aprendizaje, la motivación depende inicialmente de las necesidades y los
impulsos del individuo, puesto que estos elementos originan la voluntad de
aprender en general y concentran la voluntad.

La motivación intrínseca es la
tendencia natural de procurar los intereses personales y ejercer las
capacidades, y de esa forma lograr metas propuestas por sí mismos. Para este
tipo de motivación no es necesario fomentarla con algún incentivo externo ya
que por sí solo se obtienen resultados satisfactorios, es decir, recompensas.

En el aula constantemente juegan
ambos tipos de motivación, ninguna es menos importante que otra, sin embargo,
el alumno debe reconocer el valor que tiene el aprendizaje, por el hecho mismo
de obtener más conocimientos que serán satisfactorios para su vida cotidiana
más que obtener una recompensa numérica, además, lo que aprenden puedan
realizar transferencias a otros campos de conocimiento, a través, de las estrategias,
actividades y la mediación del docente para que los alumnos se motiven
intrínseca más que extrínsecamente en el trabajo cotidiano.
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